viernes, 23 de octubre de 2009

Amigos Especiales??


Lo veo entrara por el rabillo del ojo. Me hundo en la silla y levanto la carta para cubrirme el rostro. Él se sienta.-
-Hola – me dice
-Hola – contesto, dejando la carta sobre la mesa.
Me sonríe. Me encantan los hoyuelos en sus mejillas. Traen el pisco sour y apuro dos sorbos.
Él me habla. Apena lo escucho. Observo sus manos, algo pequeñas para una espalda tan ancha. Quisiera tocarlas , pero contengo el impulso. Intento pensar en otra cosa, desvío la mirada y no hay caso, su presencia me invade, me inmortaliza. Lo miro y ahí está, con su pelo desordenado y su sonrisa insolente.
“Maldición”, me digo, percibiendo su olor a pensar de la distancia que media entre los dos. Con él me siento como un animal que funciona a punta de feromonas. Siento como mis mejillas se encienden. Pone su mano al lado de la mía, apenas se rozan y aún así me electriza. Se pone serio.
-¿Y? ¿Te quedas sola este fin de semana?
- Sí – respondo, retirando la mano y bajando la mirada
- Salgamos a comer – me propone.
- ¿Estás seguro? Y si … bueno tú sabes
- ¿Pasa lo de la última vez?- pregunta divertido, bajando la voz, acercándose un poco, apoyando su mejilla en la mano derecha -. No – me contesta con una pequeña risotada.- eso es parte del pasado, etapa superada. Si somos amigos, amigos especiales, ¿no?
- Amigos especiales – le digo
No puedo creer que esté haciendo esto. Entro al local elegí una comuna a kilómetros de distancia de mi casa, y en la que estoy segura no vive nadie conocido. Aún así paso la mirada por todos los comensales. Entonces lo diviso. Está sentado en un sofá, en un apartado, el lugar apenas iluminado por unas cuantas velas. Me siento a su lado. Hablamos de todo y nada. Llegan los tragos y unos camarones salteados. El se ríe, echa su cabeza hacia atrás tomando luego con total naturalidad mi mano entre las suyas.
-Eres muy linda- dice acariciándome el pelo. Luego me atrae suavemente hacia él y me susurra “ven”
Escondo la cara en su cuello, lo huelo, lo respiro entero. Entonces levanta mi cabeza y me besa profunda y luego desesperadamente, como si con ese beso se pudieran expresar dos años de sentimientos reprimidos. Me dice “vámonos”. Yo respondo “ok”. Caminamos por la calle mal iluminada, abrazados. Al llegar al auto me vuelve a besar. En su abrazo siento algo. Me separo de él, lo miro, me vuelve a abrazar, me dice “me fascinas”. Haciendo uso de la poca racionalidad y fuerza de voluntad que me queda, me libero de sus brazos.
-¿Ves que esto no era buena idea?
-Es cierto – me dice acariciándome la mejilla-. ¿Por qué somos amigos especiales, no?
- Amigos especiales- le contesto, besándolo por última vez, diciéndole que me voy. Me alejo perturbada, con su olor impregnado en la piel, esperando que me siga, que me ruegue que lo espere, que no lo haga, que desaparezca.
-¿El martes en el Tip y Tap?. – me grita
Sin voltearme, levanto la mano y acepto

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